¿Cómo guiarse en una ciudad sumida por la niebla? Y si alguien enciende una luz que ilumina la escena y permite ver aquello que ocultaba la niebla, ¿cómo reconocer entonces su presencia? ¿Es la niebla un fantasma insidioso del pasado que confunde a los ojos, o tal vez un capricho vengativo de la naturaleza que nos amonesta en voz muy queda al oído para que el ojo no pueda percibirlo? ¿Son nuestros sentidos tan fiables como para dejarnos guiar y decidir por ellos? Esa imagen que ves cada mañana cuando te levantas y abres la ventana para ventilar tu habitación, ¿es real o un reflejo deformado por la iluminación? Una historia modelada por las voces de varios testigos. Testigos de un hecho insólito y cotidiano, veraz y ambiguo, cercano e invisible - ¿perenne o fugaz? -, insípido y doloroso, como el tacto que permanece en los ojos cuando se acaricia un cuerpo, como la necesidad del ojo de abrirse cada mañana y mirar. Mar Lozano Reinoso