Con la esperanza de que los lectores posean la Nueva Jerusal n a trav s del amor espiritual.
Una empresa de publicidad en el Reino Unido hizo una encuesta al p blico pregunt ndoles cu l era la manera m s r pida de viajar de Edimburgo (Escocia) a Londres (Inglaterra). Ellos dar an una gran recompensa a la persona cuya respuesta fuera elegida. La respuesta que en realidad fue escogida era: "Viajar con alguien que amas". Entendemos que si viajamos en compa a de alguien a quien amamos, incluso una larga distancia se sentir a corta. De la misma manera, si nosotros amamos a Dios, no ser dif cil para nosotros poner Su Palabra en pr ctica (1 Juan 5:3). Dios no nos ha dado la Ley y no nos ha dado los mandamientos con el fin de causarnos un mal momento.
La palabra 'Ley' proviene de la palabra hebrea 'Tor ', la cual tiene el significado de 'estatuto', y 'lecci n'. La Tor normalmente se refiere al Pentateuco en el cual est n incluidos los Diez Mandamientos. No obstante, la 'Ley' tambi n se refiere a los 66 libros de la Biblia como un todo, o simplemente los estatutos de Dios que nos dicen qu hacer, qu no hacer, qu guardar o desechar. Las personas quiz s puedan pensar que la Ley y el amor no se relacionan entre s , pero en realidad no pueden estar separados. El amor le pertenece a Dios, y sin amar a Dios no podemos guardar la Ley completamente. La Ley puede se puede cumplir solo cuando la practicamos con amor.
Existe una historia que nos muestra el poder del amor. Un joven se estrell cuando estaba volando a trav s del desierto en un peque o avi n. Su padre era una persona muy rica. l contrat a un equipo de b squeda y rescate para encontrar a su hijo, pero fue en vano. Entonces esparci millones de volantes en el desierto. Lo que escribi en los volantes fue: "Hijo, te amo". El hijo, que estaba vagando en el desierto, encontr uno de estos volantes y recibi la fortaleza que le permiti poder ser recatado despu s. El verdadero amor del padre salv al hijo. As como este padre esparci los volantes por todo el desierto, nosotros tambi n tenemos la responsabilidad de compartir el amor de Dios a todas las almas.
Dios demostr Su amor al enviar a su Hijo unig nito Jes s a esta Tierra para salvar a la humanidad que era pecadora. Sin embargo, el legalismo en el tiempo de Jes s solo estaba enfocado en las formalidades de la Ley y no pudieron entender el verdadero amor de Dios. Eventualmente condenaron al unig nito Hijo de Dios, Jes s, como un blasfemo que estaba aboliendo la ley y lo crucificaron. Ellos no entend an el amor de Dios arraigado en la Ley.
En 1 Corintios 13 est bien representado el ejemplo del 'amor espiritual'. Nos habla acerca del amor de Dios que envi a Su Hijo unig nito para salvarnos ya que est bamos destinados a morir por nuestros pecados, y el amor del Se or que nos am al punto de dejar de lado toda Su gloria celestial para morir en la cruz. Si nosotros tambi n queremos ofrecer el amor de Dios a las numerosas almas que mueren en el mundo, tenemos que darnos cuenta de este amor espiritual y practicarlo.