El patrón de las enfermedades infecciosas ha sufrido profundos cambios en las últimas décadas. Los hongos que antes se consideraban no patógenos, menos virulentos y poco comunes, ahora se reconocen como una causa primaria de morbilidad y mortalidad en pacientes inmunocomprometidos e incluso gravemente enfermos e inmunocompetentes. La candidemia no se limita a los pacientes hematológicos, las unidades de cuidados intensivos o las salas de cirugía abdominal, sino que es muy frecuente en el ámbito de la medicina interna. Se observa un aumento de la frecuencia en varios grupos de edad, desde los neonatos hasta los ancianos. También se observa una tendencia al alza en las estancias hospitalarias prolongadas, en los pacientes que reciben antibióticos a largo plazo, en los dispositivos médicos permanentes, en las condiciones de inmunodeficiencia, etc. La aparición de Candida no albicans, en la que algunas especies son multirresistentes (MDR), se asocia a una elevada mortalidad. Por lo tanto, se necesita una amplia vigilancia epidemiológica para controlar la aparición de cepas más nuevas y patógenas de Candida.