Cuando seguimos los orígenes del sentimiento de moralidad y su despliegue en las distintas sociedades humanas, podemos observar que en su núcleo se encuentra el problema de la violencia y los medios para evitarla, disminuirla o controlarla. Por lo tanto, a través del estudio de la realidad y de nuestras aptitudes biológicas para el comportamiento altruista, podemos observar la importancia de estas características para el desarrollo humano y científico. La bioética busca justamente disminuir el daño causado por el hombre a otros animales y a sí mismo. Y considerando la importancia de la empatía y de la percepción para el reconocimiento del sufrimiento animal, observamos que las personas que limitan sus consideraciones morales a los límites de su propia comunidad humana pueden ser más indiferentes al sufrimiento de otras especies animales. Así, una sociedad que reprime nuestras consideraciones morales y pone en peligro nuestra salud mental, puede en algún momento producir una población indiferente al sufrimiento, haciendo comunes los actos de violencia, contribuyendo a una educación inhumana, y en un caso específico, también puede contribuir a una ciencia inhumana.