El padre William Onisses relata como su atormentada conciencia, le recrimina no haber podido evitar el suicidio de un feligres en plena celebracion eucaristica. Sin embargo, no sera el sentimiento de culpa que lo acompana, quien termine desquitando no haber tomado la desicion correcta. Debera sufrir o mas bien disfrutar de los placeres prohibidos a su ocupacion religiosa, para descender nuevamente a la primitiva condicion humana. Finalmente, descubrira como todos los acontecimientos de su historia no son hechos aislados y mas bien consecuencias. Mientras tanto, debera escoger entre el apego a sus convicciones o permitir que la lujuria domine sus sentidos y descubrir que el celibato no puede ser una virtud, si no se ha experimentado el placer al que debe renunciar.