La anatomía del conducto radicular es compleja. Por lo tanto, un irrigante y un sistema de administración de irrigante adecuados son esenciales para una irrigación eficaz y el éxito de la terapia endodóntica. Los irrigantes del conducto radicular no sólo deben ser eficaces para disolver el componente orgánico de la pulpa dental, sino que también deben eliminar eficazmente la contaminación bacteriana y eliminar el barrillo dentinario, la capa orgánica e inorgánica que se crea en la pared del conducto radicular durante la instrumentación. La capacidad de administrar irrigantes a la terminación del conducto radicular de forma segura y sin causar daños al paciente es tan importante como la eficacia de dichos irrigantes.