Las lesiones cerebrales, sea cual sea su naturaleza o magnitud, dejan profundas cicatrices. Como somos seres multidimensionales, nos vemos afectados en todos nuestros aspectos: físico, cognitivo, emocional, conductual, lo que altera nuestras relaciones con el mundo y con nosotros mismos. En la búsqueda de superar las barreras impuestas por una lesión cerebral, las personas, las familias se dedican a buscar todos los medios, métodos, cuidados, en definitiva, algo que mejore las condiciones y abra perspectivas de vida o de calidad de vida. Iniciada en los años 40 y 50 por el médico húngaro András Petö, la Educación Conductiva ha llegado al siglo XXI, conocida como EC (Educación Conductiva) y reconocida mundialmente por quienes la conocen o disfrutan de sus beneficios, como una pedagogía del movimiento que transforma la vida de las personas con secuelas de lesión cerebral, beneficiando a niños y adultos con dificultades para coordinar y controlar sus movimientos. Con poca literatura en portugués sobre la Educación Conductiva, presentamos los principios teóricos y metodológicos de este enfoque, que pueden contribuir a la reflexión de todos los que asumen el reto de la inclusión de las personas con discapacidad.