Benín, como muchos países africanos, ha negado durante mucho tiempo el acceso al aborto a las mujeres que deseaban practicárselo voluntariamente. Esta oposición se derivaba no sólo de valores y tradiciones ancestrales que prohíben cualquier idea de aborto, considerado un crimen y severamente castigado por los guardianes de la tradición, sino también del legado legislativo dejado por el colonizador a través del código penal francés de 1810 y el código de deontología médica francés de 31 de julio de 1920. Sin embargo, inspirándose en el Protocolo de Maputo de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos sobre los derechos de la mujer en África, de 11 de julio de 2003, Benín empezó tímidamente a admitir el recurso al aborto hace dos décadas, antes de ampliar las condiciones de acceso al aborto mediante la ley 2021-12 de 20 de diciembre de 2021, que modifica y completa la ley 2003-04 de 3 de marzo de 2003 sobre la salud sexual y la reproducción.En un contexto mundial marcado por vivas polémicas y controversias sobre la cuestión del aborto, cabe preguntarse qué sentido tiene liberalizar esta práctica. ¿Cómo preservar el derecho a la vida del no nacido?