La devastación social y pánicos financieros, la creciente aspereza de la política, la brutalidad policiaca y los actos de agresión imperialista que se aceleran a nuestro alrededor no son producto de algo que ha funcionado mal, sino de las fuerzas reglamentadas del capitalismo. Sin embargo, el futuro se puede cambiar con la solidaridad oportuna, la acción desinteresada de trabajadores y agricultores que estén conscientes de su capacidad de transformar el mundo.