El protagonista de la historia, Syme, es un polic a que quiere luchar contra el crimen y se infiltra en un grupo anarquista. Pero el crimen al que se enfrenta es de naturaleza intelectual, y por ello m s dif cil de neutralizar. Uno de los polic as involucrados en la misma misi n que Syme expresa en qu consiste su tarea con unas palabras que recuerdan la denuncia intelectual que Chesterton hab a hecho en Herejes: Afirmamos que el criminal peligroso es el criminal culto; que hoy por hoy el m s peligroso de los criminales es el fil sofo moderno que ha roto con todas las leyes. En comparaci n con l, los ladrones y los b gamos casi resultan de una perfecta moralidad, ya que, por lo menos, aceptan el ideal humano fundamental, si bien lo procuran por caminos equivocados. El hombre que fue Jueves adelanta el contenido de Ortodoxia. Syme manifiesta lo que l considera el secreto del mundo, cuando se encuentra pr ximo el final de las peripecias sufridas en esta estramb tica aventura: Quieren ustedes que les diga el secreto del mundo? Pues el secreto est en que s lo vemos las espaldas del mundo. S lo lo vemos por detr s: por eso parece brutal. Eso no es un rbol, sino las espaldas de un rbol; aquello no es una nube, sino las espaldas de una nube. No ven ustedes que todo est como volvi ndose a otra parte y escondiendo la cara? Si pudi ramos salirle al mundo por enfrente ... Syme est convencido -lo mismo que est Chesterton- de que el mal es tan malo, que, junto a l, el bien parece un mero accidente; el bien es tan bueno, que, junto a l, hasta el mal resulta explicable. El subt tulo de la novela "Una pesadilla," aporta la clave hermen utica para la interpretaci n de El hombre que fue Jueves. Al tratar de ver el mundo de frente, en la perspectiva adecuada que permite descubrir lo que hay de aut ntico bien, se disfruta de su atractivo y se le pierde el miedo. Todav a hay m s: cuando se encuentra lo bueno, entonces se est en condiciones de dar una explicaci n coherente de lo malo. As fue como Chesterton despert de su pesadilla y vio el mundo en toda su luz. Cuando en su Autobiograf a Chesterton evoca la publicaci n de El hombre que fue Jueves, aflora precisamente su preocupaci n por la cuesti n de lo bueno: No me importaba demasiado el pesimista que se quejaba de que lo bueno existiera en una proporci n tan peque a, sino que me enfurec a -al borde del asesinato- el pesimista que preguntaba para qu serv a lo bueno. En estas palabras se muestra una de las claves del credo chestertoniano: lo bueno tiene entidad por s mismo. Cuando uno pretende buscar el para qu de lo bueno, como si hubiera un inter s detr s o fuera un medio para otra cosa, lo bueno se diluye. Eso es justamente lo que los intelectuales contempor neos no eran capaces de ver, porque hab an perdido su capacidad de asombro.