El educador infantil debe asumir el papel de mediador de la enseñanza-aprendizaje-desarrollo, que ocurrirá naturalmente en las acciones presentes en el juego y en las interacciones. Vale resaltar que el juego en la Educación Física en la Primera Infancia es el medio y el fin de la práctica pedagógica, basada en la apropiación del juego como contenido a ser enseñado. No nos corresponde a nosotros, en las clases de Educación Física en la Educación Infantil, proponer actividades cuyo objetivo principal sea desarrollar el conocimiento de los colores, los números o las letras. Tampoco debemos planificar clases dirigidas a mejorar el equilibrio, la coordinación motriz o el sentido del espacio y del tiempo de los niños. En la Educación Física Infantil, los niños juegan para aprender a jugar, reproducen el juego que se les ha enseñado, lo imitan, interiorizan el juego que se les ha enseñado y, al mismo tiempo, crean y recrean su propia forma de jugar. El niño produce entonces su propia cultura del juego, influyendo y siendo influido por la cultura presente en la comunidad en la que vive. Los aprendizajes corporales relacionados con el desarrollo motor, cognitivo y afectivo surgirán de forma natural en este juego, por lo que no es necesario orientar las clases en esta dirección.