El presente escrito, pide hacer honor a su t tulo El multipol, polic a comunitario y l der social, ya que es un tratado social en el que usted encontrar informaci n muy til y actualizada sobre posibles problemas de seguridad comunitaria tanto en las grandes comunidades como en los peque os vecindarios o barrios. Adem s, ser una gu a muy pr ctica que podr consultar tanto en su propio municipio u oficina como desde la comodidad de su propio hogar. Desde ya aclaro que, por una cuesti n puramente pr ctica, escribir la mayor parte de los t rminos en masculino, pero se estar haciendo referencia indistinta a ambos sexos, salvo que se especifique lo contrario. Para poder escribir respecto a seguridad comunitaria, expondr mi pensar con relaci n al t rmino comunidad, c mo constituirla y de qu forma llevarla a la pr ctica, tanto para poder engendrarla ideol gicamente en el esp ritu de los vecinos como para poder mantener viva su esencia a lo largo del tiempo, a pesar de las posibles dificultades que se pudieran presentar, contra viento y marea. Desde sus primeras p ginas se encontrar con toda una constelaci n de situaciones, pero se ha pretendido componer un tratado sobre teor as sociales, algo que ya han hecho antes personas mucho m s eminentes e instruidas que yo, sino que presentar el tema de seguridad comunitaria como una gran estrategia de trabajo y a los actores componentes de la comunidad como generadores de todas las t cticas que les permitir n cumplir con las metas que se fijar n para saber que tuvieron xito en sus respectivas localidades. Ruego que seamos prudentes al utilizar el concepto seguro como adjetivo calificativo, como, por ejemplo, cuando habla de escuela segura, calle segura, etc. Con ello no se quiere significar que se ocupe a m s uniformados, sino que en dichos lugares se llevar n a cabo modelos de prevenci n. No se trata de destinar m s fuerzas de seguridad para intentar solucionar los problemas, y es por ello por lo que cambiar la palabra seguro por preventivo. Gran parte de lo escrito estar dedicado a la juventud, procesando los problemas mediante la prevenci n de la violencia primaria y la secundaria, tratando con ni os y j venes desde el jard n de infantes y la escuela primaria hasta el bachillerato y los institutos de formaci n profesional, sin dejar de lado la prevenci n terciaria vestida como la reinserci n de ni os y j venes que han desertado de los centros de estudio sin que parezca que a nadie le interese el porqu . Este ltimo se abordar con m s nfasis que otros por la sencilla raz n de que yo estuve all , fui uno de esos alumnos que acud a a la escuela con hambre y con la ropa zurcida para cubrir los rotos de sus anteriores poseedores, y en la escuela era mucho m s sencillo echarme de las clases que tratar de comprender el porqu de mi irregular comportamiento, dejando por sentado que un aula con 50 o 60 alumnos no es m s que una f brica de crear delincuentes, pues una o dos maestras frente a tantos problemas solo atinar n a quit rselos de encima, en vez de tratarlos y as poder continuar con la clase de una manera normal y hasta donde les fuese posible. En el mbito de las responsabilidades, muchos de los padres est n todo el d a trabajando para poder pagar todos los gastos diarios y, por ende, casi no disponen del tiempo para estar con sus hijos, produci ndose un vac o que pretender n que llenen los maestros, por un lado, educ ndolos y, por otro, los polic as, alej ndolos de los problemas de violencia. Pero la realidad es que ni los maestros son los m s id neos para preparar al joven a enfrentarse a la vida ni la polic a es el nico ente adecuado para tratar problemas de violencia. Los padres deben cumplir con la funci n de educadores y protectores de sus hijos como parte integral de sus menesteres diarios. En este libro sintetizo muchos a os de trabajo en Latinoam rica y, m s espec ficamente, en pueblos