El paladar hendido es una de las deformidades craneofaciales más frecuentes con las que se encuentran los cirujanos maxilofaciales. La anatomía palatina es de por sí compleja, la presencia de hendidura la hace más difícil de entender. Las consecuencias de una hendidura orofacial no se limitan a deformidades estéticas, sino también a anomalías dentales, distorsión del habla, deglución desorganizada y dificultades de crecimiento. Al abordar cualquier problema quirúrgico, hay que tener un conocimiento tanto de la anatomía normal como de la aberrante. La primera prioridad para un niño que nace con labio leporino y paladar hendido es la alimentación. Se trata de garantizar que el niño cumpla los requisitos nutricionales y de crecimiento necesarios para la cirugía. La siguiente función que debe restaurarse es la producción del habla. En muchos casos, un paciente con fisura no es remitido a un logopeda hasta que el problema se hace evidente. En la última década, se ha producido un cambio de paradigma en el enfoque hacia el tratamiento de los trastornos de la comunicación en niños muy pequeños con labio leporino y paladar hendido.