La danza potencia nuestra alma, nuestro instinto de movimiento. A través del baile, podemos expresarnos, liberar tensiones y disfrutar de los bellos movimientos que nuestro cuerpo es capaz de hacer, jugando con la música o con otros impulsos externos o internos que interactúan con nosotros. Mientras bailamos, nos hacemos más conscientes de nuestro cuerpo y de quiénes somos, conectando con nuestra esencia y la verdadera versión de nosotros mismos, sin secretos, sólo pureza, sinceridad y autenticidad; nuestro cuerpo nunca miente. Se dice que la danza es capaz de expresar todo lo que las palabras no pueden. A lo largo de los años, la danza ha ganado protagonismo gracias a los beneficios que aporta a la persona, incluyendo aspectos psicológicos y físicos. Por eso, se han desarrollado métodos terapéuticos basados en la danza, y uno de ellos, nacido en La Habana, Cuba, se llama Psicoballet. Fue creado con el propósito de hacer un acercamiento preciso entre la danza, en este caso, el ballet clásico, y la psicología para personas con discapacidades cognitivas como el Síndrome de Down.