En la segunda mitad de los años ochenta, el cultivo del algodón se vio afectado por una crisis que se vio en gran medida minada por la caída y la volatilidad de los precios mundiales del algodón y, en parte, por las dificultades económicas del país. Esta situación fue el punto de partida para que el modelo de la CFDT fuera cuestionado por los organismos internacionales de Bretton Woods. Según estas instituciones, los organismos encargados de la comercialización del algodón eran engorrosos, costosos y a menudo opacos, lo que no permitía ningún control real y daba lugar a malversaciones de fondos en detrimento de los productores. Entre 1994 y 1997, los productores cameruneses, al igual que los de otros países, se beneficiaron de la subida de los precios mundiales y de la devaluación del franco CFA. De hecho, desde principios de los años 2000, el sector algodonero ha sido víctima de otra crisis, cuyo origen se atribuye a las subvenciones de Estados Unidos, la Unión Europea y China. Esta crisis ha provocado una caída de la producción y de los ingresos de exportación, lo que se ha traducido en déficits en el volumen de negocios de las empresas algodoneras africanas.