El domingo, la abuela le ordeno a Rocio despertarnos mas temprano que de costumbre. Llegamos a la iglesia antes que amaneciera: apenas dos o tres beatas, de rodillas, cabizbajas y mustias, musitaban sus plegarias con un rumor como de moscas. Los cirios, sobre el altar, permanecian dormidos y tan solo la luz mortecina de las velas a los pies de la Virgen, y algunos velones en la nave central, le hurtaban espacio a las tinieblas; en la penumbra, el confesionario, parecia una especie de catafalco. La abuela nos condujo hacia el, apoyando sus manos sarmentosas sobre nuestros hombros, de modo que nos empujaba con firmeza, pero discretamente. Cuando mi hermano salio del confesionario, venia llorando. El ambiente opresivo de El ultimo juego de invierno, el cuento que abre y da el nombre a este conjunto de relatos, nos introduce en un mundo en el que orden y la vigilancia, la tradicion, el castigo y el miedo, sostiene una estructura de poder que inevitablemente conduce a la violencia. El orden obsesivo, a su vez, sirve de armazon al siguiente cuento, La regularidad de las cosas, mientras que es el caos, la reescritura disolvente de la propia vida, lo que proporciona el argumento a La galeria de Arte. Una reescritura es tambien el sustrato sobre el que se construye El limon de Marrakech, el ultimo de los siete cuentos que constituyen este libro. En cada uno de estos relatos, el lector se vera sorprendido y la vez interrogado acerca de su propia existencia."