La genialidad y la universalidad de la obra literaria "El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de La Mancha" -la obra m s difundida en el mundo despu s de la Biblia y el Cor n- hace que la misma se configure como una obra tan ampliamente plural, que permite interpretaciones desde los m s variados puntos de vista, como alguien ha dicho y, con toda raz n, "Don Quijote" es un libro tan grande que cada uno puede encontrar en l lo que le d la gana". Esta posibilidad ha supuesto que hayan sido muchos los que, en todo tiempo y lugar, se hayan acercado al estudio y al comentario de tan importante obra literaria. Pr cticamente, pudiera decirse que se han agotado las posibilidades de su examen, ex gesis o an lisis, y resulta casi un atrevimiento y acaso una osad a intentar, por mi parte, comentar alguno de sus pasajes. Apuntado esto en mi descargo, yo, que he sido siempre un ferviente lector de esta excepcional obra, no he podido sustraerme a la idea de hacer mi modesta aportaci n sobre un tema que por mi formaci n y actividad profesional me es tan cercano, cual es el tema del delito y el delincuente, del que tambi n el autor de esta obra -Miguel de Cervantes Saavedra- era un buen conocedor. Conocimientos que plasm con ingenio cr tico -adelant ndose una vez m s a su poca- no s lo en esta obra del "Quijote" sino tambi n en otras, como "Rinconete y Cortadillo", la que sin duda se podr a calificar de un verdadero Tratado de Criminolog a. En esta segunda edici n sobre el "valor de la justicia para Don Quijote de la Mancha" pretendo hacer una semblanza del idealismo con el que piensa y act a nuestro Caballero andante, desde la doble perspectiva del "hombre cuerdo" que es Alonso Quijano y del "hombre loco" que, como caballero andante, act a Don Quijote.