La brucelosis es una zoonosis bacteriana cosmopolita que afecta a los seres humanos y a diversas especies de animales salvajes y domésticos, especialmente a los animales destinados a la producción de alimentos, como el ganado vacuno, las ovejas, las cabras, los camellos, los búfalos, los cerdos y los renos. Durante las dos últimas décadas, la infección también se ha identificado en mamíferos marinos, incluidos delfines, marsopas y focas, y éstos pueden representar un peligro emergente para las personas expuestas ocupacionalmente a tejidos infectados procedentes de ellos. Las especies de Brucella se transmiten generalmente al ser humano a través del consumo de leche y productos lácteos no pasteurizados, la inhalación de polvo que contenga el organismo en el laboratorio o lugar de cría de animales, el contacto directo con cadáveres infectados. La carne también puede ser una fuente importante de infección, especialmente en culturas en las que se favorece el consumo de productos cárnicos crudos o poco cocinados. Se ha notificado la transmisión ocasional de persona a persona, incluida la transmisión a lactantes a través de la lactancia materna, la transfusión de sangre, el trasplante de médula ósea, el uso compartido de agujas en consumidores de drogas, y también la transmisión intrauterina a través de la placenta, hay pocas pruebas de transmisión sexual de la brucelosis.