Cantitate/Preț
Produs

Entre Padres E Hijos: Un Clasico Que Revoluciono la Comunicacion Con Nuestros Hijos

Autor Haim G. Ginott Editat de Alice Ginott, H. Wallace Goddard
es Limba Spaniolă Paperback – 28 feb 2007
Durante los últimos treinta y cinco años, Entre padres e hijos ha permitido que millones de padres alrededor del mundo fortalezcan las relaciones con sus hijos. Escrito por el célebre psicólogo Dr. Haim Ginott, este libro revolucionario brinda consejos y enseñanzas para educar a los hijos de forma cariñosa y disciplinada a la vez.
 
Con más de 5 millones de ejemplares vendidos mundialmente, esta guía clásica e indispensable —ahora en una edición actualizada —está repleta de lecciones que le enseñarán cómo:
 
• Disciplinar sin amenazas, sarcasmo, ni castigos
• Criticar sin degradar y elogiar sin juzgar
• Reconocer las emociones, opiniones e ideas de su hijo en vez de argumentar contra ellas
• Inculcar un sentido de responsabilidad en cada faceta de la vida de su hijo: desde las tareas del hogar y de la escuela hasta el cuidado de las mascotas y de hermanos menores
Citește tot Restrânge

Preț: 7647 lei

Nou

Puncte Express: 115

Preț estimativ în valută:
1464 1590$ 1231£

Carte indisponibilă temporar

Doresc să fiu notificat când acest titlu va fi disponibil:

Preluare comenzi: 021 569.72.76

Specificații

ISBN-13: 9780307278906
ISBN-10: 0307278905
Pagini: 267
Dimensiuni: 134 x 205 x 16 mm
Greutate: 0.22 kg
Editura: Vintage Books USA

Recenzii

“Nosotros hemos de servir de modelos, no de jueces, para nuestros hijos. La comunicación respetuosa sólo funciona si es mutua. ¡Un libro asombroso!”
—Dr. Stephen Covey, autor de Los siete hábitos de la gente altamente efectiva

“El libro más importante jamás escrito sobre el mundo emocional de los niños. Imprescindible para todo padre. Usted y sus hijos quedarán eternamente agradecidos”.
—Dr. John M. Gottman, autor de Los mejores padres y Siete reglas de oro para vivir en pareja

Entre padres e hijos es una guía pionera para la crianza emocionalmente inteligente de los hijos. Lo recomiendo entusiasmadamente”. —Daniel Goleman, autor de Inteligencia emocional

Notă biografică

La doctora Alice Ginott, la esposa del fallecido doctor Haim Ginott, es una renombrada psicóloga, psicoterapeuta, escritora y conferenciante, ganadora del premio Eleanor Roosevelt de Humanidades. Ella es antigua profesora adjunta de psicología de Hunter College y Queens College de Nueva York, y por años escribió la columna “Between Us” del sindicato estadounidense King Features. Ella es licensiada en Filosofía y Letras por la Universidad de Indiana, y cursó un máster y se doctoró en la New School University de Nueva York. La doctora Ginott vive con su segundo esposo en Nueva York.

El doctor H. Wallace Goddard es profesor en la University of Arkansas Cooperative Extension Service, donde desarrolla y enseña programas acerca de la vida familiar. Él es uno de cuatro expertos que el gobierno estadounidense solicitó para desarrollar un modelo de educación para padres (The National Extension Parent Education Model), y también colaboró con Stephen Covery en el libro de éste, The 7 Habits of Highly Effective Families. El doctor Goddard y su esposa Nancy viven en Little Rock, Arkansas.

Extras

¿CAPITULO 1

LA CLAVE DE LA

COMUNICACIÓN:

CONVERSACIONES ENTRE

PADRES E HIJOS

LAS PREGUNTAS DE LOS NIÑOS: LOS SIGNIFICADOS OCULTOS

Conversar con los niños es un arte único con sus propias reglas y significados. Los niños raramente son ingenuos en sus comunicaciones. Sus mensajes a menudo están en clave y hay que saber descifrarlos.

Andrés, de diez años, le preguntó a su padre: ¿Cuántos ninos abandonados hay en nuestro barrio?.. El padre de Andrés, abogado, se alegraba de ver que su hijo se interesaba por los problemas sociales. Le dio una larga explicación sobre el asunto y entonces empezó a buscar una cifra. Pero Andrés no estaba satisfecho y siguió haciendo preguntas sobre la misma cuestión: ¿Cuantos ninos abandonados hay en toda la ciudad? ¿En todo el país? ¿En Europa? ¿En el mundo?

Finalmente se le ocurrió que Andrés no estaba preocupado por un problema social, sino por uno personal. Sus preguntas provenían no tanto de una simpatía por los niños abandonados como del miedo a ser abandonado él mismo. No estaba buscando una cifra representativa del número de niños abandonados, sino la confianza en que él no sería abandonado. Así, el padre, reflejando la preocupación del niño, contestó: .Estás angustiado por que tus padres puedan abandonarte algún día tal como algunos padres hacen; te aseguro que noso-tros no te abandonaremos. Y si el tema te vuelve a preocupar, por favor dímelo para que yo te pueda tranquilizar..

En su primera visita al parvulario, mientras su madre todavía estaba con ella, Ana, de cinco años, miraba los dibujos en la pared y preguntó en voz alta: ¿Quién ha hecho estos dibujos tan feos?.. La madre de Ana, avergonzada, miró a su hija con enojo, y le dijo rápidamente: .No digas que los dibujos son feos cuando son tan bonitos..

La maestra, que había captado el significado de la pregunta, sonrió y dijo: .Aquí no tienes que hacer dibujos bonitos. Puedes hacer dibujos feos si te apetece.. Ana le dedicó una gran sonrisa, porque ahora tenía la respuesta a su pregunta oculta: ¿Qué pasa con una niña que no pinta muy bien?..

Luego Ana cogió un coche de bomberos roto y preguntó altiva: ¿Quien ha roto este coche de bomberos?.. Su madre le contestó: ..Qué importa quién lo ha roto? Si no conoces a nadie aquí..

A Ana realmente no le interesaban nombres: quería averiguar lo que pasaba con los niños que rompian juguetes. Entendiendo la pregunta, la maestra dio una respuesta apropiada: .Los juguetes son para jugar. A veces se rompen. Las cosas son así..

Ana se sintió satisfecha de que su habilidad interrogatoria le hubiera proporcionado la información necesaria: .Esta persona adulta es bastante simpática, no se enfada rápidamente, incluso cuando un dibujo sale mal o un juguete se rompe... No tengo que tener miedo, puedo quedarme aquí con tranquilidad.. Ana se despidió de su madre con la mano y fue hacia la maestra para empezar su primer día de parvulario.

Carolina, de doce años, estaba tensa y llorosa. Su prima predilecta regresaba a su casa después de pasar el verano con ella. Desgraciadamente, la respuesta de su madre a la tristeza de Carolina no fue ni empática ni comprensiva.



Carolina (con lágrimas en los ojos): Susana se va.

Volveré a estar sola.

Madre: No estés tan triste. Ya encontrarás otra

amiga.

Carolina: Estaré tan sola...

Madre: Ya lo superarás.

Carolina: ¡Ay, mamá! (Sollozos.)

Madre: A tus doce años sigues siendo una niña

muy llorona.



Carolina dirigió una mirada asesina a su madre y se encerró en su habitación. Este episodio debería haber tenido un final más feliz. Los sentimientos de un niño deben tomarse en serio, aunque la situación en sí no sea muy seria. Quizá a los ojos de la madre una separación al final del verano no es ni mucho menos una situación para derramar tantas lágrimas, pero no era necesaria una contestación tan falta de simpatía. La madre podría haber pensado: .Carolina está angustiada y la mejor manera de ayudarla es mostrarle que entiendo lo que le duele. ¿Cómo puedo hacerlo? Reflejándole sus sentimientos.. Entonces ella habría dicho una de las frases siguientes:



.Te sentirás sola sin Susana..

.Ya la echas de menos..

.Es difícil estar separadas cuando estais tan

acostumbradas a estar juntas..

.Estoy segura de que la casa debe de parecerte

algo vacía sin Susana..

Tales respuestas crean intimidad entre padre e hijo. Cuando los niños se sienten comprendidos, su sole-dad y su dolor disminuyen. Cuando se comprende a los niños, su amor por el padre o la madre se profundiza. La simpatía de un padre sirve de primeros auxilios emocionales para los sentimientos heridos.

Cuando realmente reconocemos el estado de ánimo de una niña o un niño y verbalizamos su desilusión, a menudo adquiere fuerza para hacer frente a la realidad.

Alicia, de siete años, había hecho planes para pasar la tarde con su amiga Lucía. De repente, recordó que tenía un entreno de voleibol aquella tarde y empezó a llorar.



Madre: Ay, estás disgustada. Te hacía ilusión

jugar con Lucía esta tarde.

Alicia: Sí. ¿Por qué no podemos entrenar otro día?



Las lágrimas se secaron. Alicia llamó a su amiga Lucía y quedaron para otro día y acto seguido se cambió de ropa y se preparó para su entreno.

La comprensión de la madre por la desilusión de su hija ayudaron a Alicia a asumir los conflictos y desilusiones inevitables de la vida. Ella identificó los sentimientos de Alicia y reflejó sus deseos sin quitarle importancia a la situación. No dijo: .¿Por qué te pones así? Ya jugarás con Lucía otro día. ¡No es para tanto!..

Evitó a propósito los tópicos: .Pues no puedes estar en dos sitios a la vez.. Tampoco acusó ni culpó: ¿Cómo puedes haber quedado para jugar con una amiga cuando sabes que el miércoles es el dia de entreno ?..

El breve diálogo siguiente ilustra cómo este padre redujo el enojo de su hijo simplemente al reconocer sus sentimientos y su queja.

El padre de David, que trabaja de noche y cuida de la casa durante el día, mientras su esposa trabaja, volvió a casa del mercado y encontró a su hijo de ocho años de muy mal humor.



Padre: Yo veo a un muchacho enfadado. De hecho, veo a un muchacho muy enfadado. David: Estoy enfadado. De hecho, estoy muy enfadado.

Padre: ¿Ah?

David (en voz muy baja): Te echaba de menos.
Nunca estás en casa cuando llego del cole.

Padre: Me alegro de que me lo digas. Ahora lo sé. Quieres que yo esté en casa cuando llegas del colegio.



David abrazó a su padre y salió a jugar. El padre de David supo cambiar el humor de su hijo. No se puso a la defensiva explicando por qué no estaba en casa: .Tenía que ir a comprar. ¿Qué comerías si yo no comprara la comida?.. No preguntó: .¿Por qué estás tan enfadado?.. Por el contrarió, reconoció los sentimientos y la queja de su hijo.

La mayoría de los padres no se dan cuenta de que es inútil intentar convencer a los hijos de que sus quejas son injustificadas, sus percepciones erróneas. Eso solo lleva a discusiones y enfados.

Un día, Elena, de doce años, llegó de la escuela muy disgustada.



Elena: Te vas a enfadar conmigo. Solo saqué

notable en la prueba. Sé que tú quieres que

saque sobresalientes.

Madre: Pero de verdad que no me importa.

¿Cómo puedes decir algo semejante? No me

disgusta nada tu nota. Pienso que un notable

está muy bien.

Elena: Entonces ¿por qué siempre me gritas

cuando no consigo un sobresaliente?

Madre: .Cuándo te he gritado? Tú estás decep-

cionada, y me estás culpando a mí.



Elena empezo a llorar y salio corriendo. Aunque la madre entendio que su hija la culpaba a ella en lugar de reconocer su propia decepcion, recalcarselo y discutir con ella no hizo que se sintiera mejor. Le habria ayudado mas si la madre hubiera reconocido la percepcion de su hija diciendo: .Te gustaria que tus notas no fueran tan importantes para mi. Quieres ser tu la que decide lo que es para ti una nota buena. Comprendo..

No solo los ninos, tambien los desconocidos aprecian nuestra comprension benevola de sus dificultades. La senora Gomez cuenta que no le gusta ir a su banco: .Normalmente esta atestado y el gerente actua como si estuviera haciendome un favor simplemente por estar alli. Siempre que tengo que acercarme a el me pongo tensa.. Un viernes ella tenia que conseguir la firma del gerente en un cheque, se estaba poniendo nerviosa e impaciente mientras escuchaba el trato del gerente con los demas, pero entonces decidio intentar ponerse en su lugar y expresar su comprension reflejando y reconociendo sus percepciones: ..Otro viernes dificil! Todos estamos exigiendo su atencion. Aun no es ni mediodia. Yo no se como logra llegar al final de la jornada.. La cara del hombre se ilu-mino. Por primera vez ella le vio sonreir: .Ay, si, siempre hay ajetreo aqui. Todos quieren ser aten-didos primero. Y .en que puedo ayudarla?.. No solo firmo el cheque, sino que tambien la acompano al cajero para tramitarlo mas rapidamente.



DIALOGOS INFRUCTUOSOS: SERMONEAR Y CRITICAR CREA DISTANCIA Y RESENTIMIENTO

Los padres se sienten frustrados por los dialogos con los hijos porque no llevan a ninguna parte, tal como se demuestra en el famoso intercambio: ..Adonde fuiste?.. .Por ahi.. ..Que hiciste?. .Nada.. Los padres que intentan ser razonables, pronto descubren lo agotador que eso puede llegar a ser. Tal como comento una madre: .Yo intento razonar con mi hijo hasta hartarme, pero el no me escucha. Solo me oye cuando grito..

Los hijos a menudo se resisten a los dialogos con los padres. Se resienten cuando se les predica, sermonea y critica. Piensan que los padres hablan demasiado. Dice David, de ocho anos, a su madre: .Cuando yo te hago una pregunta pequena, .por que me das una respuesta tan larga?.. A sus amigos les confiesa: .Yo no le digo nada a mi madre. Si empiezo con ella, no me queda tiempo para jugar..

Un observador interesado, oyendo por casualidad una conversacion entre un padre y su hijo, notara con sorpresa lo poco que se escuchan. La conversacion suena a dos monologos, uno que consiste en criticas e instrucciones, y el otro en negaciones y suplicas. La tragedia de tal .comuni-cacion. estriba no en la falta de amor, sino en la falta de respeto; no en la falta de inteligencia, sino en la falta de habilidad.

Nuestro lenguaje cotidiano no es adecuado para comunicar de una forma valida con los ninos. Para llegar a los hijos y reducir la frustracion paterna, necesitamos aprender una manera afectuosa de conversar con ellos.

COMUNICAR PARA CONECTAR: RESPONDA A LOS SENTIMIENTOS DE

LOS NINOS, NO A SU CONDUCTA

La comunicacion con los ninos debe basarse en el respeto y en la habilidad; requiere a) que los men-sajes conserven el amor propio tanto del nino como del padre; y b) que las afirmaciones de com-prension precedan a las de consejo o instruccion.

Eric, de nueve anos, llego furioso a casa. La clase tenia previsto salir de picnic, pero estaba llo-viendo. Su padre decidio probar un nuevo enfo-que. Se abstuvo de utilizar los topicos que en el pasado solo habian empeorado las cosas: .Es inutil llorar por el mal tiempo. Otro dia ireis. Yo no tengo la culpa de que llueva, .sabes?, asi que .por que te enfadas conmigo?..

En cambio el padre de Eric penso: .Mi hijo esta muy dolido por perderse la excursion. Esta defraudado y esta compartiendo su desilusion con-migo, mostrandome su enojo. Tiene derecho a sus emociones. Lo mejor que puedo hacer por el es mostrar comprension y respeto para con sus sentimien-tos.. Le dijo a Eric: .Me parece que estas muy defraudado..

Eric: Si.

Padre: Tenias muchas ganas de ir a ese picnic.

Eric: Ya lo creo.

Padre: Lo tenias todo a punto y entonces vino

la maldita lluvia.

Eric: Si, exacto.

Hubo un momento de silencio y entonces Eric dijo: .Bueno, otro dia sera.. Su enojo parecia haber desaparecido y fue bastante colaborador durante el resto de la tarde. Normalmente cuando Eric llegaba enfadado a casa, provocaba a cada miembro de la familia, creando una situacion tensa, y no se recuperaba la paz hasta que no esta-ba finalmente dormido, y eso muy tarde. .Que tiene de tan especial este acercamiento?, y .cuales son sus componentes utiles?

Cuando los ninos son presa de emociones fuertes, no pueden escuchar a nadie. No pueden aceptar ni con-sejos ni consuelo ni criticas constructivas. Quieren que comprendamos lo que les esta pasando por dentro, lo que ellos estan sintiendo en ese momento en particular. Ademas, quieren ser comprendidos sin tener que revelar todo lo que estan experimentando. Es un juego en que solo revelan un poco de lo que sien-ten; nosotros tenemos que adivinar el resto.

Cuando una nina nos dice: .La maestra me ha gritado. no debemos pedirle mas detalles ni tam-poco hace falta decir: ..Que hiciste para merecerlo? Si la maestra te ha gritado, debes de haber hecho algo. .Que hiciste?.. Ni siquiera hace falta decir: .Ah, lo siento mucho.. Debemos mostrarle que entendemos su dolor, su verguenza y su enfado.

Un dia Clara, de ocho anos, llego furiosa a casa: .Yo no vuelvo a la escuela..

Madre: Pareces bastante disgustada. .Te gusta-ria explicarmelo?

Clara: La maestra me rompio la hoja. Lo traba-je tanto y ella apenas lo miro y lo rompio. Madre: .Sin tu permiso? .No me extrana que estes tan enfadada!

La madre se contuvo de hacer cualquier otro comentario o pregunta. Supo que su hija necesita-ba que le hablara con comprension y empatia para ayudarla a disminuir su rabia.

Otro ejemplo: Juan, de nueve anos, volvio a casa de la escuela muy descontento, quejandose: .La maestra nos ha amargado el dia..

Madre: Pareces agotado.

Juan: Dos ninos estaban haciendo ruido en la biblioteca y ella no sabia quienes eran, asi que nos castigo a todos dejandonos casi todo el dia de pie en el pasillo.

Madre: .Una clase entera de pie en el pasillo todo el dia en lugar de aprender! No me sor-prende que estes cansado.

Juan: Pero yo le hable. Le dije: .Senorita, con-fio en su habilidad para descubrir quien ha hecho el ruido para que no tenga que castigar-nos a todos..

Madre: .Cielos, un muchacho de nueve anos, ayudando a su maestra a comprender que no es justo castigar a una clase entera por el mal comportamiento de unos pocos!

Juan: No funciono. Pero por lo menos ella son-rio por primera vez en todo el dia.

Madre: Bueno, no conseguiste que cambiara de idea, pero si le mejoraste el humor.

At escuchar, respetar los sentimientos de su hijo, re-conocer su percepcion y responder con aprecio a su intento de encontrar una solucion, la madre de Juan le ayudo a cambiar de humor y disminuir su enojo.

.Como sabemos lo que sienten nuestros hijos? Los miramos y los escuchamos. Tambien utiliza-mos nuestras propias experiencias emocionales.

Sabemos lo que los ninos deben sentir cuando se les averguenza en publico en presencia de sus com-paneros.