Una herida se considera crónica cuando la cicatrización no se produce en el tiempo esperado, presenta complicaciones y no responde fácilmente a los tratamientos utilizados. Los principales tipos de heridas crónicas son: las úlceras vasculares, las úlceras por presión y las úlceras del pie diabético. El impacto de una herida infectada en la asistencia sanitaria es enorme. Las infecciones de la dermis, incluidas las úlceras del pie diabético que no cicatrizan, afectan aproximadamente a 2 millones de personas, causan 200.000 muertes y son responsables de más de 18.000 millones de dólares anuales en costes médicos directos en Estados Unidos. Estas úlceras suelen estar colonizadas por más de un tipo de bacterias y muchas de ellas tienen la capacidad de asociarse y generar biopelículas que dificultan el tratamiento farmacológico y favorecen a los microorganismos.