Grecia y Turquía son los dos pulmones de un cuerpo vivo cuya tráquea está formada por el mar Egeo. Desde la Antigüedad, desde la Guerra de Troya, este organismo ha luchado por su supervivencia, lo que solo puede lograrse preservando la unidad de las dos orillas de este mar cerrado, al mismo tiempo como un pasaje, hacia el Mediterráneo, del Mar Negro para Creta, al otro lado del Estrecho. Su importancia estratégica planetaria es tal que durante miles de años, tanto dentro como fuera de esta formación geopolítica, los poderes han estado luchando por hacerse con el control sobre ella, una lucha que la historia ha llamado la Cuestión de Oriente.