H ctor Servadac es un joven de 30 a os, capit n del estado mayor. Se reta en duelo con el conde ruso de Timascheff al que aprecia pero con el que tiene diferencias irreconciliables. Para no decir realmente por qu se pelean - la mano de una bella viuda - fingen que han discutido por razones de m sica: uno apoya a Wagner, y el otro, a Rossini. Cuando comienza la novela, el duelo est concertado para el d a siguiente. El capit n vuelve a casa y se dedica a escribir poemas de amor, en compa a de su fiel asistente Ben-Zuf. De repente, una violenta sacudida los deja sin sentido. Cuando vuelven en s , el mundo ha cambiado. En principio piensan que gran parte de Argelia, donde se encuentran, ha sido sepultada por una tromba de agua salada, y que son los nicos sobrevivientes. Pronto se dan cuenta de que ha sobrevivido la tripulaci n de la goleta propiedad del conde, que se encontraba navegando, la de una urca anclada en la costa, propiedad de un comerciante, el avaro jud o Isaac Hakhabut, cargada de v veres y otras mercanc as, un destacamento de ingleses de Gibraltar, un grupo de espa oles, entre ellos un muchacho, Pablo, de Ceuta, y una ni a italianade nombre Nina, de Malta. Salvo los ingleses, el resto de la poblaci n se une y observan el gran cambio en el mundo: d as m s cortos, menor gravedad, el sol sale por el Poniente, etc. Hasta que se dan cuenta de que viajan en un cometa rumbo al extremo del sistema solar, versi n que es confirmada por el viejo astr nomo, otrora maestro de H ctor Servadac, que estaba instalado en Formentera Palmiro Roseta.