En este libro presento ante su consideraci n, amigo lector, un tema pol mico que est haciendo historia en el mundo en que vivimos, sufrimos y compartimos. Decid escribirlo porque se fue convirtiendo en una necesidad existencial en lo m s profundo de mi ser. El aborto legal es uno de los m s terribles flagelos que afecta a nuestra sociedad. Habiendo le do e investigado suficiente sobre l, concluyo que es una moda cultural contempor nea que, desafortunadamente, se ha impuesto desde hace unas d cadas y, ya no pod a guardar silencio, debo exponer mis ideas. Por sus caracter sticas esenciales, he encontrado enormes similitudes entre el aborto y la esclavitud. sta, afortunadamente, fue abolida gracias a la valent a de un grupo de hombres de enormes valores morales, liderados por quien fuese probablemente el m s importante presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln. Ellos, en contra de toda adversidad, no desistieron en su empe o de convertir en iguales a aquellos africanos que eran secuestrados en sus h bitats, y, prisioneros de por vida, eran llevados a unas comunidades en las que se les condenaba a existir y morir bajo una crueldad sin l mites. Quienes luchaban en contra de la esclavitud no se conformaban con aplicar paliativos, sino que la quer an arrancar de ra z aboli ndola. Muchos de ellos dieron sus vidas por esa causa y hoy la historia los recuerda con admiraci n y respeto. El aborto ha adquirido una dimensi n semejante. Los proabortistas utilizan toda clase de eufemismos para lograr sus objetivos, desde llamarse proelecci n hasta insistir en que el beb en el vientre materno es un amorfo conglomerado de c lulas con el cual la madre puede hacer lo que quiera como si fuese un esputo que se le atraviesa en la garganta. Otros m s osados, consideran esos beb s como un castigo para sus hijas que cometieron un desliz, y ellos mismos las acompa an al sacrificio de la v ctima inocente. Es el imperio del relativismo y comodidad humanos antepuestos a la vida de un ni o que ha sido engendrado, en la mayor a de estos casos, de manera irresponsable; por consiguiente, su falta es doblemente grave. Los proabortistas han avanzado en su macabro camino de muerte, porque quienes nos llamamos provida nos hemos quedado impasibles en otro tipo de relativismo y comodidad: nuestra pasividad. Los grandes logros de la humanidad no se han alcanzado esperando que alguien act e por nosotros, sino levant ndose y luchando contra las injusticias. Ojal que esto ocurra m s temprano que tarde y no cuando el remedio no sirva para nada.Me he tomado la licencia de presentar a la mayor a de los personajes de este relato en forma intencionalmente difusa, dejando a la imaginaci n del lector lo que l crea que cada qui n merece. Esos personajes tienen vidas casi paralelas que a veces se encuentran para bien o para mal. Pudiera pensarse que son ficticios, pero no es as . Cada uno, conforme a mis investigaciones y hallazgos, est extra do de la vida real.