Fines de los 80; principios de los 90. La capacidad de pensar junto al pueblo en la emergencia y su relación con el compromiso del intelectual que advierte la importancia de su rol en una reconstrucción de ideas tan difícil como necesaria. La creencia de que todo puede mejorar y que una generación está destinada a lograrlo puede ser un mito o un desafío. La esperanza como construcción colectiva, alejada de los predestinados circunstanciales que le hacen daño al futuro. Líneas de pensamiento comunicadas en las luchas que cada generación le imprime a su lectura de la historia, sin lugar para medias tintas, abrazando el ideal, entre los sueños y la realidad efectiva. ¿Acaso murieron los ideales? ¿Hay una adaptación resignada al paisaje finisecular? ¿Se ha cortado el hilo conductor de la experiencia? ¿Padecemos una orfandad de criterio para proseguir un camino que fue truncado para desunir? Generación, esperanza y futuro, después del fracaso, el exilio y la muerte. Jauretche y Sebreli. Perón y Fukuyama ¿Fin de la historia o historia sin fin? Preguntas que buscan respuestas.