Durante el proceso de capacitación fue posible observar cambios en el discurso y actitud de los alfabetizadores. Al principio los profesores participantes del programa no creían en la propuesta de las capacitaciones, para ellos el proceso de aprendizaje de la lectoescritura podía basarse en la memorización del alfabeto, en el entrenamiento de la escritura de las letras. Poco a poco abandonaron estas creencias e invirtieron en enfoques que buscan valorar más la cultura, la identidad, la historia de vida y las expectativas de los estudiantes. A través del envolvimiento con la aplicación de la metodología en la práctica de aula, constataron la eficiencia de la propuesta metodológica y realmente notaron el envolvimiento y el crecimiento de los alumnos. Para lograr un cambio real, se estableció una praxis basada en el intercambio de experiencias, interacciones entre sujetos de aprendizaje, involucrando actividades dinámicas y productivas. Lo importante fue establecer una relación dialéctica entre formador y alfabetizador.