"Jes s es el primer hombre que no manifiesta ninguna animosidad frente a lo femenino; esto constituye un acontecimiento hist rico" (Hanna Wolff). Jes s vino a realizar una revoluci n, a cambiar todos los par metros y conceptos que exist an en su tiempo respecto a las tradiciones y la religi n. Lo hizo de una manera aut ntica y lo enfrent no con demagogia, sino de la manera m s importante, actuando, dando discursos con acciones que bien analizadas nos muestran una faceta de Jes s que a veces olvidamos, la de un Cristo comprometido con los despreciados y con todos aquellos que de un modo u otro viv an la injusticia. Cristo habl con mujeres cuando nadie lo hac a; les ense cuando eso se entend a que era tirar piedras a los cerdos; las incorpor como disc pulas cuando eso se consideraba una afrenta; las incorpor como "hijas de Abraham," cuando se cre a que s lo los varones lo eran; permiti que lo tocaran, especialmente mujeres marginales, que eran despreciadas profundamente por ser lo que eran; encomend la misi n m s portentosa, el anuncio de la resurrecci n a las mujeres. Lo m s importante es que nunca, de ning n modo, dej entrever ninguna forma de discriminaci n en relaci n a la mujer, algo que era com n entre los l deres religiosos de su tiempo, Cristo, simplemente no lo hizo. El mensaje de Cristo es tan importante, tan aplastantemente vital... l stima que muchos a n no lo entiendan. Para Dios no hay seres humanos de primera y segunda categor a, Jes s, el que revela a Dios, lo muestra perfectamente. Sus seguidores no pueden hacer menos.