Desde la m s remota antig edad las biograf as han suscitado un gran inter s para los historiadores. De hecho, las teor as cl sicas defend an las actuaciones particulares de los individuos, contribuyendo de esta manera a profundos cambios en el devenir de la sociedad. No obstante, desde finales del siglo XIX hasta casi finales del XX, algunas escuelas historiogr ficas consideraron que el papel individual de la persona no aportaba nada a la ciencia hist rica ni a su proceso evolutivo. Pierre Vidal defensor de la Historia Total sosten a que los datos econ micos y sociales eran fundamentales para el estudio del desarrollo humano en su conjunto, lo que contribuir a al decaimiento de las biograf as. Esta forma hol stica de concebir la historia cambiar en la d cada de los ochenta de la pasada centuria, momento en que volver n a tomar un gran empuje gracias al auge de la novela hist rica, la cual se ocupar de llevar al gran p blico la vida de las grandes personalidades pol ticas. El inter s se manifest tambi n hac a los mercaderes y hombres de negocios, dado que sus trayectorias profesionales aportaban, adem s, grandes avances en la historia cuantitativa.