Por lo que aparece en este libro, dos realidades parecen haber competido por el protagonismo: el talento político de Lumumba, por un lado, y su talento literario, por otro. Mientras que el primero fue inmediatamente evidente, hasta el punto de suscitar críticas positivas casi unánimes, tanto en su país como en el continente, e incluso en el mundo entero, no se puede decir lo mismo del segundo, el talento literario de este Héroe y Mártir de la Independencia congoleña, que los pocos críticos parecen haber limitado a panfletos y declaraciones políticas (a veces consideradas polémicas). En cualquier caso, Lumumba merece figurar entre los escritores congoleños del periodo 1960-1965. Ello contribuiría en alguna pequeña medida al descubrimiento y exhumación de una de las partículas de la "cara oculta". Este libro es tanto un testimonio de los talentos polifacéticos antes mencionados como una súplica a cualquier espíritu de justicia para su rehabilitación. Es cierto que nadie, mejor que Lumumba, encontró el léxico, la sintaxis y la retórica apropiados para pintar las dolorosas realidades de esclavitud, colonialismo y neocolonialismo sufridas por sus compatriotas. Y así sucesivamente.