La relación indígena-migrante en África está aún lejos de haber revelado todos sus secretos a pesar de la abundante literatura existente. La investigación realizada sobre este tema es sin duda densa, pero parece haberse decantado por una visión monolítica que reduce esta relación al único aspecto del conflicto y, al mismo tiempo, relega implícitamente al olvido la idea de que la vida social es por naturaleza compleja. Es innegable que el conflicto forma parte de él, pero no puede constituir, y menos aún en el contexto de la convivencia, toda la arquitectura de las relaciones entre grupos. En lugar de llevar al lector por este camino, debido a la falta de material relevante, este texto toma este olvido como punto de partida y dirige la investigación hacia lo que permite a las comunidades reunidas más a menudo por el azar de la migración convivir en buen entendimiento.