La facilidad financiera recuperada en Argelia debía poner fin a una profunda crisis económica. Entre 2000 y 2014 se obtuvieron casi 730.000 millones de dólares de ingresos externos, de los cuales casi tres cuartas partes se reciclaron en gasto público. Aunque el país ha progresado en materia de infraestructuras y las condiciones de vida de la población han mejorado, la economía argelina sigue siendo muy dependiente de los hidrocarburos, que representan casi un tercio del PIB, el 96% de los ingresos por exportación, el 70% de los ingresos fiscales y sólo el 3% de la población activa. De hecho, esta ecuación económica no ha cambiado desde hace unos treinta años. En un contexto marcado por las expectativas de caída de los precios del petróleo, el estancamiento de la producción petrolera debido a Covid-19 y el fuerte aumento de la demanda energética interna, el modelo de crecimiento económico ya no es viable. Sin embargo, Argelia debería profundizar en las medidas de ampliación de la base fiscal y poner en marcha un programa de diversificación de su economía para limitar la deuda pública interna y ampliar las exportaciones no relacionadas con los hidrocarburos.