Por la historia b blica y la experiencia religiosa es evidente que el pecado caus un asombroso da o a las facultades humanas para precisar la verdad en cuanto al asunto de la adoraci n a Dios; esta incapacidad se ve entre los cristianos; a n entre los m s ortodoxos no hay unanimidad de criterios en cuanto a esta sagrada actividad. Hay congregaciones unidas en todas las dem s doctrinas de su confesi n, pero sus miembros y aun sus l deres, est n divididos en este punto. Cada quien concibe y asimila la adoraci n de una manera diferente. La mayor a de las veces las tendencias naturales personales se convierten en la fuerza determinante de la adoraci n en la iglesia. Eso indica que lograr un entendimiento y pr ctica clara y correctamente b blica no es f cil. Requiere un mayor esfuerzo y sacrificio en el estudio de las Escrituras en cuanto al tema y una medida especial de gracia especial.