La obra trae la importancia que la psicología tiene para la teología, analizando las características del diálogo entre ellas, con el propósito de instrumentalizar al orientador, en el contexto de la Teología Práctica. Esta posibilidad de ampliar los límites de la formación, considerando los desafíos de la pastoral en la recepción de personas con dificultades emocionales y espirituales cada vez más complejas, hace que este trabajo sea relevante en la actualidad. La historia de los últimos tres siglos, donde la psicología nació como ciencia (1879) y se desarrolló en diversos tipos, métodos y áreas, acercándose y relacionándose con la teología, puede responder a la siguiente pregunta: ¿qué tipos de psicología favorecen el diálogo con la teología, contribuyendo a la excelencia en el cuidado de las vidas? El acercamiento entre las dos ciencias ha estado marcado al mismo tiempo por momentos de tensión y momentos de relativa armonía. La búsqueda de esta interdisciplinariedad puede generar beneficios tanto para la teología como para la psicología, aunque sea necesario superar los choques existentes entre ellas.