Las abejas de la especie Apis mellifera se pueden encontrar en casi todo el mundo. Debido a su dispersión en distintos hábitats, se han originado varias subespecies o razas. Las abejas melíferas occidentales tienen una determinación del sexo haplo-diploide: los huevos no fecundados se convierten en zánganos y los fecundados en hembras, donde sólo las abejas reinas tienen capacidad reproductora. Todas las abejas sufren una metamorfosis completa y la duración del ciclo vital depende de la abeja emergente (obrera, zángano o reina). Su cuerpo está dividido en tres partes: cabeza, tórax y abdomen. Todas las abejas tienen funciones específicas, viven en una sociedad extremadamente organizada para albergar a la reina y almacenar los productos derivados: miel, jalea real, propóleos, polen, veneno y cera. Aparte del valor económico de estos productos, la polinización depende de estos insectos y permite la continuidad de las especies vegetales y los cultivos agrícolas. Si no se frena la desaparición de las abejas, la economía decaerá y los ecosistemas sufrirán pérdidas sin precedentes. La creciente pérdida de colonias de abejas puede atribuirse a distintos factores abióticos y bióticos.