El derecho de la insolvencia se ocupa del insolvente y de la administración de los bienes del insolvente a los acreedores. Se trata de una ley muy antigua que tiene su origen en las antiguas leyes romanas. Un insolvente es principalmente un deudor que no puede pagar las deudas a sus acreedores debido al exceso de pasivo sobre el activo. La ley de insolvencia confiere algunos privilegios a los acreedores y a los deudores, por un lado obliga al concursado a ceder los efectos para el uso de los acreedores, sin ocultación fraudulenta; por otro lado, el concursado se ahorra el confinamiento, el acoso innecesario y otras responsabilidades. La ley de insolvencia está diseñada de tal manera que, una vez que el deudor se libera, tiene la oportunidad de empezar de nuevo en la vida, libre de las demandas de los acreedores. La ley de insolvencia también previene la lucha innecesaria entre los acreedores para obtener los bienes del deudor. Vela por que no se produzca ningún fraude o colusión entre los acreedores y los deudores. También prevé un mecanismo para satisfacer equitativamente a todos los acreedores.