Un mozo de 29, casado desde hace 7, que pasea por una calle de Madrid. Un d a, en uno de sus paseos diarios por la capital, una muneca le golpe en la cabeza. Al mirar hacia arriba descubri en un balc n a una nina de mirada aterrada. l, sol cito y caballeroso, le subi la muneca, pero la muchacha, tras un t mido" gracias, senor ", le di con la puerta en las narices. Don Ram n regres decepcionado a la calle, pero a n no hab a avanzado una docena de pasos cuando volvi la mirada hacia el balc n, embrujado por la belleza de la pequena. Y all estaba ella, mir ndo c mo don Ram n se alejaba. Desde ese d a ambos comienzan un juego de encuentros y desencuentros, ella siempre asomada a su balc n, l siempre rondando su calle. Don Ram n comienza a sentir hacia la nina una pasi n tan febril que apenas puede explicarse.