Desde 2015, Burkina Faso se enfrenta a atentados terroristas recurrentes asociados al auge de la delincuencia organizada y otras formas de criminalidad transfronteriza. Ansarul Islam, el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes, y el Estado Islámico en el Gran Sahara son los principales grupos terroristas que siembran el miedo y la desolación en el país del montante. Las fuentes de financiación de sus ruines actividades son el tráfico de drogas, la extorsión y el secuestro, el robo con violencia, el fraude, el blanqueo de dinero y el tráfico de falsificaciones, etc. Frente a estos retos de seguridad crecientes y cada vez más complejos, Burkina Faso ha puesto en marcha un marco institucional y jurídico adaptado para luchar eficazmente contra la lacra del terrorismo. Este marco, aún en construcción, debe reforzarse. En cualquier caso, la lucha contra la financiación del terrorismo en Burkina Faso debe inscribirse en una visión global, coherente e integrada. Para ello, es necesaria una política de seguridad nacional. La lucha contra el terrorismo también debe inscribirse en la dinámica de la cooperación internacional.