Propongo que el amor sea un arbol, una ola o una estrella. Someto al amor a la lluvia ardiente y al viento. Cuando estalla el desamor lo hace entre la ruptura y entre las llamas como una mecha que languidece. En el desamor es frecuente el desencuentro y el tropiezo, un resbalon o un traspie. Como una tomadura de pelo, casi un insulto para cupido. Una tarde de poniente al rojo vivo y apasionado, roto de golpe por un rayo, asi de inoportuno aparece el desamor, por sorpresa, como el mismo amor, pero mas desalentador y mas amargo. Tinieblas de alba grises y sombrias, con destellos de luz verde y naranjas entre albores de un sol aun impreciso y oculto. Asi me sabe el primer amor cuando lo miro desde mi madurez. El desamor se me antoja una manana en la playa apostada al sol, sorprendida por un mediodia abrasador. El desamor es como el peso del ahogado: angustioso y largo incierto y desesperante. El amor no es ni sombra, ni luz, sino un subito y fugaz resplandor.