La gobernanza pública se aprecia mejor en función de su capacidad para desarrollar soluciones de apoyo a los pobres, e incluso para ayudarles a salir de la vulnerabilidad. En los países frágiles, la protección social contributiva sólo cubre a una pequeña parte de la población activa. Incluso los funcionarios y empleados públicos no cotizan a la seguridad social, principalmente por la presión de los sindicatos, y a pesar de los textos adoptados para organizar los distintos regímenes de seguridad social. La fuerte y apremiante demanda de protección y seguridad social entre los pobres y vulnerables no se ve paradójicamente correspondida por la oferta de cotizantes, debido a la falta de ingresos sostenibles y adecuados o de ingresos en conjunto. A pesar del crecimiento económico positivo, y a veces fuerte, de los países frágiles, sobre todo los ricos en recursos naturales como Guinea, la profundidad de la pobreza aumenta como consecuencia de un crecimiento no distributivo, que deja en el camino a más pobres y vulnerables. En estas circunstancias, se necesitan redes de seguridad social adecuadas.