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Mis Anos Con los Yankees = My Years with the Yankees

Autor Joe Torre, Tom Verducci
es Limba Spaniolă Paperback – 30 apr 2010
La historia definitiva de una de las grandes dinastías en la historia del béisbol,
los New York Yankees de Joe Torre
 
 
Cuando Joe Torre tomó posesión como manager de los Yankees en 1996, no habían ganado una Serie Mundial en dieciocho años. Durante ese tiempo, diecisiete managers habían intentado hacerse con las riendas del equipo de béisbol más famoso de América. Todos fueron despedidos por George Steinbrenner, el dueño del equipo. Después de doce exitosas temporadas —con doce apariciones consecutivas en los playoffs, seis títulos de la Liga Americana y cuatro Series Mundiales—  Torre dejó los Yankees como el más querido manager del béisbol. Su mayor cualidad fue saber tratar a jugadores como Alex Rodríguez, Mariano Rivera, Jason Giambi, Derek Jeter, Roger Clemens o Randy Johnson. Aquí, por primera vez, Joe Torre y Tom Verducci llevan a los lectores dentro de los propios Yankees, mostrando lo que de verdad hizo falta para mantener al equipo en lo más alto del béisbol mundial.
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Specificații

ISBN-13: 9780307476678
ISBN-10: 0307476677
Pagini: 577
Dimensiuni: 132 x 203 x 25 mm
Greutate: 0.46 kg
Editura: Vintage Books USA

Notă biografică

Joe Torre jugó para los Braves, los Cardinals y los Mets antes de dirigir los mismos tres equipos. Entre los años 1996 y 2007, Torre dirigió a los Yankees de Nueva York. En la actualidad dirige a los Dodgers de Los Ángeles.
 
Tom Verducci es el reportero senior de béisbol para Sports Illustrated y SportsIllustrated.com. Es coautor del primer libro de Joe Torre, Chasing the Dream, y también ha publicado una antología de su trabajo en Sports Illustrated titulada Inside Baseball: The Best of Tom Verducci.

Extras

1 Los no favoritos

Joe Torre era la cuarta opción.

El veterano mánager no tenía trabajo en octubre de 1995, cuatro meses después del tercer despido en su carrera como mánager, cuando un viejo amigo de su época con los Mets, Arthur Richman, un oficial de relaciones públicas y asesor especial del dueño de los Yankees, George Steinbrenner, lo llamó para hacerle una pregunta:

“¿Estás interesado en dirigir a los Yankees?”

Torre hizo evidente su interés sin dudarlo.

“¡Desde luego que sí!”

Sólo diez días antes, Torre había tenido una entrevista para el cargo de director general de los Yankees, pero no había mostrado interés alguno en un empleo tan lleno de agravantes por un salario de $350.000, $150.000 menos respecto de lo que había ganado como mánager de los Cardinals de San Luis, antes de que lo despidieran en junio. Su hermano, Frank Torre, tampoco pensaba que entrenar a los Yankees valiera la pena. Después de todo, Steinbrenner había cambiado de mánagers en 21 ocasiones en sus 23 temporadas como propietario y había agregado a Buck Showalter a su sangrienta lista de bajas al correrlo de la ciudad después de que éste se negara a consentir una reorganización de su personal de entrenamiento. A Steinbrenner no le importó que los Yankees hubieran llegado a los playoffs por primera vez en 14 años, incluso cuando se trataba del primer wild card (comodín) de la Liga Americana en una temporada acortada por la huelga. Los crímenes de Showalter en el libro de Steinbrenner fueron perder una ventaja de dos juegos contra uno en la Serie de División contra los Mariners de Seattle, además de negarse a los cambios en el personal de entrenamiento.

“¿Por qué quieres ese empleo?”, le preguntó Frank Torre a su hermano.

“Es una situación en la cual no puedo perder”, replicó Joe. “Necesito averiguar si puedo hacer esto o no”.

Richman también le había recomendado a Steinbrenner tres mánagers más conocidos y con éxitos mayores que los de Torre: Sparky Anderson, Tony LaRussa y Davey Johnson. Ninguna de esas opciones había dado resultados. Anderson se había retirado, LaRussa había aceptado el cargo de mánager de San Luis y Johnson, regresando a sus raíces en el juego de pelota, había tomado el puesto en Baltimore. LaRussa y Johnson habían firmado contratos más lucrativos que lo que Steinbrenner deseaba pagar a su siguiente mánager. “Tengo que admitir que yo fui la última opción”, dijo Torre. “Esto no me ofendió porque era una oportunidad para trabajar y descubrir si en realidad podía dirigir. Sería un trabajo arduo”.

El miércoles 1 de noviembre, Bob Watson, en su noveno día en el cargo de director general después de sustituir a Gene Michael, llamó a Torre cuando éste se dirigía a un campo de golf en Cincinnati. Watson lo citó para una entrevista en Tampa, Florida. Esa tarde, Torre se reunió con Steinbrenner, Watson, Michael, el director general asistente, Brian Cashman, y Joe Molloy, yerno de Steinbrenner y socio del equipo. A la mañana siguiente, Torre fue presentado como mánager de los Yankees en una conferencia de prensa en la casa club del Yankee Stadium, en el mismo sitio donde Showalter se había parado doce meses antes como el Mánager del Año de la Liga Americana 1994.



Fue una contratación poco auspiciosa desde todos los puntos de vista. Steinbrenner no se molestó en asistir al evento de presentación de su nuevo director. La prensa fue despiadada con Torre. Éste no sólo había sido despedido en tres ocasiones, sino que tenía 55 años y traía consigo un récord nada halagador (894–1.003), ninguna victoria en series de postemporada y la ignominia de haber participado en más partidos en una vida entera de jugar y entrenar béisbol sin llegar a una Serie Mundial que cualquier otro hombre en la historia. Torre fue un jugador exitoso, incluso un jugador estelar, durante 18 temporadas con los Braves, los Cardinals y los Mets. Fue convocado nueve veces para el partido de las estrellas y ganó el premio al jugador más valioso con los Cardinals en 1971. Cuando jugó su último partido en 1977, Torre se convirtió en uno de los 29 jugadores en la historia del béisbol en haber acumulado más de 2.300 hits y un OPS+ de 128 (una medida de porcentajes combinados de colocación en base y bateo ajustados a los promedios de la liga y a los efectos aproximados, de los estados, que hace más equitativas las comparaciones entre una era y otra). Su perfil profesional, sin embargo, se veía ensombrecido por el hecho de nunca haber jugado en una postemporada.

La sagacidad de Torre en el béisbol y sus cualidades de liderazgo eran tan valoradas que los Mets lo nombraron jugador/mánagar a los 36 años durante la temporada de 1977. Torre dejó de jugar aquel mismo año, el primero de sus cinco años como mánager de equipos desastrosos de los Mets. Cuando éstos lo despidieron después de la temporada de 1981, los Braves, propiedad de Ted Turner, pronto se apoderaron de él. De inmediato, Torre condujo a los Braves a su primer título de división en 13 años. Duró sólo dos temporadas más con los Braves de Turner. Torre pasó casi seis años fuera del béisbol y trabajó como comentarista con los Angels de California hasta que los Cardinals lo contrataron para sustituir al popular Whitey Herzog, en 1990. Esas cinco temporadas fueron las únicas en las cuales Torre no jugó o dirigió en las ligas mayores desde que hiciera su aparición como catcher, a los veinte años, en 1960, con los Braves de Milwaukee, un equipo que también incluía a los integrantes del Salón de la Fama Hank Aaron, Eddie Mathews y Warren Spahn, además del hermano de Joe, Frank.

Una de las grandes fortalezas de Torre como mánager era que comprendía lo que significaba ser una estrella y luchar al nivel de las ligas mayores. Por ejemplo, su promedio de bateo fue de .363 cuando ganó el premio como el jugador más valioso en 1971; no obstante, obtuvo 74 puntos menos al año siguiente. “Y mi esfuerzo fue igual en ambos años”, dijo. Cierto día de 1975, con los Mets, Torre se convirtió en el primer jugador en la historia de la Liga Nacional en batear cuatro doble plays, cada uno de ellos después de un sencillo del segunda base Félix Millán. Él reaccionó a esta infamia con humor. “Quisiera agradecer a Félix Millán por hacer posible todo eso”, comentó. En su conferencia de prensa de presentación, Torre mostró su porte y soltura frente a una multitud de hostiles representantes de los medios. Respondió preguntas con humor y optimismo, y no dudó en hablar acerca de la meta de su vida de ganar la Serie Mundial, logro que los Yankees no habían alcanzado en 17 años, la más larga sequía para la franquicia desde que ganara su primer campeonato en 1921. Torre sabía que Steinbrenner estaba inquieto.

“Cuando te casas, ¿crees que siempre estarás sonriente?”, dijo Torre en la conferencia de prensa. “Yo intento pensar en el potencial de que sucedan cosas buenas. Así es la Serie Mundial. Sé que tenemos la capacidad de mejorar al equipo… El hecho de tener esa oportunidad hace que todos los aspectos negativos valgan la pena”.



Después de todo, Torre no fue recibido con calidez como el sustituto de un popular y joven mánager que Steinbrenner había echado tras una temporada de playoffs. Fue la última opción para el cargo y muy pronto se enteró de que, aún después de su contratación, Steinbrenner realizaba algunas negociaciones para averiguar si podía hacer volver a Showalter. Los críticos afirmaban que Torre era una materia prima reciclada sin portafolio. Torre se encontraba en Cincinnati con su familia política, el día posterior a su conferencia de prensa, cuando un amigo de Nueva York lo llamó por teléfono.

“Oye, ¿ya leíste la última página del Daily News?”

“No, ¿por qué?”

El Daily News de Nueva York dio la bienvenida a la contratación de Torre con un enorme encabezado que rezaba: joe despistado. El subencabezado decía: “Torre no tiene idea de dónde se mete”. La columna escrita por Ian O’Connor decía que Torre “se presentaba como un ingenuo, en el mejor de los casos, y como un desesperado en el peor”. O’Connor escribió: “Siempre es triste ver cuando un hombre se convierte en un títere”. Una última opción, el custodio del cargo de Showalter, un despistado, un títere… así fue como Torre fue recibido como el nuevo mánager de los Yankees de Nueva York. Nada de eso le preocupó.

“No me importó”, dijo Torre. “Estaba tan emocionado por tener esa oportunidad, que nada de eso me importó. Estaba un poco ansioso por empezar. Cada vez que eres despedido, siempre hay algo que crees que puedes mejorar. Comencé a pensar que tal vez tenía que hacer distinto esto o aquello. Y entonces, un día antes de que comenzara el entrenamiento de primavera, hojeando un libro escrito por Bill Parcells, el entrenador de football, me encontré con algo así: ‘Si crees en algo, aférrate a ello’. Y esa frase fue suficiente para mí”.

Bajo la recomendación de Torre y con la colaboración de su nuevo entrenador de banco, Don Zimmer, el primer movimiento importante de Watson en cuanto a los jugadores de Ligas Mayores fue adquirir un catcher defensivo fuerte para reemplazar a Mike Stanley, que era popular entre los fanáticos de los Yankees por su bateo, pero nunca fue reconocido por sus cualidades defensivas. El 20 de noviembre, Watson intercambió al pitcher de relevo Mike DeJean con los Rockies de Colorado por Joe Girardi. Éste fue el inicio de un periodo frenético, y a veces curioso, de cuarenta días durante el cual Watson, con la asistencia de Michael y, desde luego, de Steinbrenner, conformó la tercera parte de la alineación de 1996. En ésta figuraban Girardi, el primera base Tino Martínez, el pitcher relevista Jeff Nelson y el outfielder Tim Raines, después de transacciones inteligentes; además, contrató al segunda base Mariano Duncan y al pitcher Kenny Rogers como agentes libres, y recontrató al tercera base Wade Boggs y a David Cone, sus propios agentes libres.

Recenzii

“Una visión magistral de la que puede ser la última gran dinastía en la historia del béisbol”. —Los Angeles Times
 
“Lo que este libro hace… muy convincentemente es narrar el ascenso y caída de una de las grandes dinastías del béisbol”. —Michiko Kakutani, The New York Times

“Una mirada objetiva y reveladora a un manager y a un equipo legendarios”. —Boston Globe

“Un atractivo retrato de un hombre querido y de un gran trabajador. Uno cierra el libro con gran consideración para Torre, no sólo como manager”. —Wall Street Journal

Descriere

Written as a third-person narrative with "Sports Illustrated" senior baseball writer Verducci, this thoughtful, utterly honest, and gripping behind-the-scenes account looks at the vantage point of the Yankees' organization from Torre, the most successful baseball manager of the modern era.