Reflexionando sobre el nacimiento de la escritura de este libro, me alegro de ser un instrumento que Dios utilizó para traer una pieza desafiante de este tipo a la proyección. Como periodista independiente, recientemente trabajé en un proyecto de escritura que me exigió realizar la encuesta en algunas escuelas secundarias nigerianas. Las escuelas fueron seleccionadas al azar en algunos estados de la nación. Para mi sorpresa, el resultado de la encuesta reveló que la mayoría de las escuelas nigerianas no tienen, al menos, un orientador formado como parte de su personal. Los alumnos, el personal e incluso los padres tienen que enfrentarse solos a sus retos, problemas y dificultades académicas, sociales, psicológicas y emocionales. Esto es bastante chocante. Personalmente, me imaginaba muchos beneficios que nuestras comunidades escolares se habían perdido por no haber contratado a un orientador escolar. A raíz de estos hechos, acepté el reto de escribir sobre este tema. Por lo tanto, el libro está escrito para informar al público en general, a los propietarios y administradores de las escuelas y al gobierno sobre esta omisión en nuestras escuelas. Sin embargo, en última instancia, está escrito para abogar por el establecimiento de servicios de orientación y asesoramiento en nuestras instituciones primarias, secundarias y terciarias.