El comercio es mundial, y más aún con la llegada de la globalización. Entre otras cosas, la globalización simboliza la libre circulación de bienes, servicios y personas. Las fronteras económicas o políticas que existían antes son cada vez más restringidas o inexistentes. Así las cosas, si un francés quiere vender su producto a un chino, tiene necesariamente delante a un interlocutor extranjero. Por tanto, hoy en día es esencial, para dominar mejor la globalización, comprender la cultura de nuestro homólogo. En eso consiste la interculturalidad, como hemos tratado en este libro. Es evidente que este tema puede aplicarse a todos los países, sin excepción. Dicho esto, la elección recayó en Finlandia. En efecto, este país europeo, con su pesado pasado histórico, merece una mirada más específica. Tanto más cuanto que Finlandia posee una identidad cultural propia debida a su historia, su clima, su lejanía, su religión...