La doctrina social cristiana atraviesa un periodo de transformaciones radicales y de replanteamiento fundamental de la misión de la Iglesia ortodoxa en el mundo moderno. Estos procesos están relacionados no sólo con los retos de la globalización, sino también con la búsqueda de nuevos significados conceptuales de la expresión de la propia enseñanza, que respondan a las exigencias actuales. Las principales características de la doctrina social de la Iglesia son la apertura al diálogo con el Estado, la política y la sociedad civil y la capacidad de mantener conversaciones y debates científicos con representantes de la ciencia secular moderna, porque una combinación eficaz de la teoría de la administración pública y la práctica social de la Iglesia, el intelecto, la razón y las intuiciones religiosas contribuye al nacimiento de una nueva metodología de conocimiento del mundo y la sociedad.