Desde principios de los años 90, la RDC se enfrenta a disturbios y desestabilización internos y subregionales, que se manifiestan en guerras étnicas, reivindicaciones sociales y conflictos armados. Señalada desde la primera guerra del Congo, en 1996, como un país que recluta niños en las fuerzas y grupos armados, la RDC ha demostrado desde entonces su abnegación y su determinación para prevenir y poner fin a este fenómeno, considerado un "crimen de guerra" según el Estatuto de la Corte Penal Internacional. Para ello, la RDC ha ratificado y aplicado los principales textos internacionales sobre la protección de los niños, en particular los afectados por los conflictos armados; ha desarrollado nuevos marcos legislativos y estructurales favorables a una mejor práctica de la prevención del reclutamiento de niños en los grupos armados y, sobre todo, ha puesto en marcha numerosos programas y proyectos para proteger a los niños congoleños de ser utilizados en los grupos armados y permitir la desmovilización y la reinserción social de los niños ya reclutados.