La igualdad entre mujeres y hombres ya no es un tema sobre el que discutir. El derecho a la tierra es tan importante para las mujeres como para los hombres. Algunas personas siguen sin apreciar lo que significa cuando se dice de las mujeres que son iguales a los hombres y que, por tanto, no necesitan ser discriminadas en lo que respecta a su derecho a la tierra y a otros recursos productivos. El reto no es lo que dice la ley, sino cómo puede hacerse realidad teniendo en cuenta la profundidad del patriarcado en la mayoría de las sociedades, si no en todas. Durante siglos, las mujeres han sido consideradas ciudadanas de segunda clase, cuyos derechos a la tierra se han confiado a sus homólogos masculinos. Esto tiene que cambiar y está cambiando. Si aún dudas de por qué es necesario este cambio, este libro proporciona algunas bases sobre las que puede anclarse el discurso de los derechos sobre la tierra.