La inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático (AM) han tenido un impacto significativo en el campo de la robótica, permitiendo a los robots realizar tareas complejas, adaptarse a entornos cambiantes e interactuar con los humanos de forma más eficaz. El aprendizaje automático es un subconjunto de la IA que implica el uso de algoritmos y modelos estadísticos para permitir que los ordenadores aprendan de los datos y mejoren su rendimiento en tareas específicas a lo largo del tiempo. Por ejemplo, los algoritmos de visión por ordenador pueden utilizarse para que los robots reconozcan objetos y naveguen en entornos complejos, mientras que las técnicas de procesamiento del lenguaje natural pueden utilizarse para que los robots se comuniquen con los humanos de forma más eficaz.