El reflejo natural justificaría la sobrevaloración de la educación recibida por cada uno de nosotros y de la que él (ella) es obviamente el producto. Este estudio fue provocado por la declaración, citada por la revista GRI-GRI, del entonces PSI/BUKAVU, según la cual un profesor belga, de visita en Esmirna, dijo que "las chicas de hoy saben recibir a los hombres mejor que sus abuelas"; en respuesta a lo cual, su interlocutor, un comerciante local, le preguntó si había visto alguna vez a un comerciante de Esmirna ¡exhibiendo toda su mercancía! Y añadió: "¡Una cosa a la vez! Lo que hicieron sus abuelas. Como el juicio del profesor se debe a la contemplación de dos chicas extrañamente vestidas y escotadas, uno pronto se da cuenta de que el aparente elogio destinado a dichas chicas se convierte más bien en una aguda crítica a su educación. Hay pocas pruebas de las virtudes de la chica de hoy por encima de las de ayer; peor aún, es más bien la evidencia de la mediocridad lo que la pone en el punto de mira. Vestimenta extraña, galas inverosímiles, imitación ciega (maniquí, muñeca, antropomorfo); tantos indicios de icebergs de comportamiento sumergidos.