Cuando vemos la ciudad de Palmira después de la ocupación del llamado "Estado Islámico", una ciudad histórica desde la antigüedad, patrimonio común de la humanidad, ha sido casi destruida, pensamos seriamente en mecanismos más eficaces de lucha contra el terrorismo a la vez que intentamos proteger los bienes culturales de la humanidad. Imágenes que nos recuerdan las prácticas de los vándalos en la Edad Media tras una victoria militar. De hecho, este es el propósito mismo del DIH, proteger los bienes culturales, una protección que no es eficaz dada la destrucción de muchos monumentos y lugares de culto durante los conflictos armados en todo el mundo. El DIH se enfrenta a varios problemas y retos, la protección de la población civil, la protección de los bienes culturales, los lugares de culto, etc. con la ausencia de un marco jurídico claro que abarque los nuevos conflictos. Los conflictos armados, el terrorismo, existen desde hace cientos de años, estos términos siguen siendo tratados por los actores políticos y los medios de comunicación no a nivel de resultados y sufrimiento sino a nivel de legalidad y legitimidad, y este tratamiento es eternamente inútil ya que se trata en efecto de "oscuridad".