For this present world, human suffering and painstaking progress have fought. Now, the new order makes us equal: from birth to death, we are all citizens with fundamental rights. Bitter injustices and inequalities live on, but the prince and the pauper both end in the same urn. Nevertheless, some believe that money, fame, and success are not mere pieces of fortune, but contingencies for power. Mario Campaa, through reflection and philosophical arguments, opens a necessary inquiry and debate about the authentic nature of our democracies. As lo pretende al menos el gran eco de la humanidad doliente y el progreso inexorable. Y, en efecto, el nuevo orden nos iguala: todos, desde el primer gorila hasta el ltimo mono, somos hoy ciudadanos asimilados en derechos. Perduran, cierto, amargas injusticias y atropellos, pero en la esfera poltica nadie es ms que nadie porque la razn legal limita el ejercicio del poder y el rbitro es poderoso. Al fin y al cabo, el prncipe y el mendigo votan en la misma urna. No obstante, ms all del cdigo o el voto, con frecuencia el rumor del pasado se hace presente como estruendo, y muchos prceres nuevos (y otros tantos advenedizos que aspiran a serlo) alzan la voz sin decoro para reclamar la distincin que por sus mritos y alcurnias les pertenece. Para ellos, el dinero, el mando, la fama, el xito y el talento no son meras contingencias hijas de la fortuna, sino virtudes propias del seoro. Y si esto es as, la lgica circular conduce a una conclusin feroz: la pobreza, el fracaso, la derrota, la impotencia y la pereza, incluso la noble modestia, son vicios propios de la chusma. A nuevo seor, vasallo nuevo. Las categoras sociales se transmutan en veredictos morales, la cultura (o el credo) legitima una vez ms el privilegio y la antigua dialctica del amo y el esclavo vuelve por donde sola. Quiz, como afirma Mario Campaa, los amos «nunca se fueron . Una sociedad de seores abre una indagacin necesaria y un debate inexcusable sobre la autntica naturaleza de nuestras democracias.