Tras la Segunda Guerra Mundial, la Francofonía pretendía competir con las economías estadounidense, alemana, japonesa, canadiense y china monopolizando el saqueo de las economías de sus antiguas colonias. Bourguiba, como Senghor y Dior, creyó ingenuamente que podría desarrollar su país gracias a las aportaciones de la Francofonía, pero permitió que los franceses expoliaran las riquezas naturales y el capital humano de Túnez. Desde la independencia, la economía tunecina se ha estancado y empieza a zozobrar bajo Essebsi. Jacob Rothschild, barón y banquero inglés, dijo una vez: "Todo lo que necesitamos es a uno de sus altos ejecutivos de nuestro lado para facilitar el saqueo y la transferencia de sus activos a nuestros bancos, que les serán devueltos en forma de préstamos para resolver sus problemas. Obtendremos beneficios sin capital, sólo con los intereses que cobremos por nuestros préstamos, es decir, por sus activos saqueados depositados en nuestros bancos. En efecto, desde la independencia, el papel de la élite supuestamente afrancesada, los Spaihis, ha sido catastrófico, ya que favorece los intereses de una Francia todavía imperialista y ella misma en dificultades.