Quizá se hayan difuminado muchos de los hechos que nos cruzan en la vida para hacer una película que queda en un anecdotario. Pero cuando los recuerdos son nítidos y las experiencias en ellos están todavía latentes, parece importante dejarlas por escrito, cuando menos por un legítimo derecho a la memoria y compartir unas imágenes colectivas que abundan en vivencias más generales y un sentimiento más acogedor que no haberlo repasado nunca. No quiere esto decir que el lector se identifique con el relato que se ofrece, pero sí que hay sensaciones y recuerdos que merece la pena considerarse en el transcurso personal de la evolución de los recuerdos. Se ofrece, en estas líneas, el testimonio bastante fiel de recuerdos que serán familiares para muchos lectores y, tal vez, la coincidencia de los mismos entornos conocidos o comentados en un periodo aproximado de treinta años (1.959-1.989), que encarna la narrativa en un niño que se va haciendo hombre y es tocado por las circunstancias más comunes de su generación. Los lugares que se citan de Bizkaia, huyendo de anacronismos, tienen la denominación histórica correspondiente y se citan, como botón de muestra Plentzia, Barrika, Berango, Górliz, Getxo, Sondika, Bilbao, Basauri, Galdakao,...y algunas personas no coinciden con los nombres propios, pero se puede decir que la fotografía de la generación es bastante correcta y precisa, a pesar del breve relato. En todo caso, queda el sentimiento íntimo de homenaje a la tierra que te vio nacer, crecer y madurar y que no puede evitar ser su embajador allá donde vayas.